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Mensajeros del Fuego

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La transmutadora energía de estos escritos se fundamenta en la presencia jerárquica en ellos presente. Corrientes extra sistémicas de asistencia llegan hoy como valioso auxilio al planeta y la humanidad. La acción de la energía crística, bajo un formato acorde a estos tiempos de transición, estimula el despertar de los seres. Endémicos patrones de conducta, propios de una cultura planetaria alejada de la esencia solar, han de ser trascendidos -en simbólica medida- antes del ápice de la purificación terrestre. Los grupos e individuos predispuestos para ese ensayo encontrarán representada en Mensajeros del Fuego la energía de una Nueva Humanidad. Humanidad presente en cada pionero que consume en sí mismo la propia transformación.

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El fuego alienta, silenciosamente, las estructuras que deben ser conducidas a otra expresión. Activa sus niveles de manifestación preparándolas para reflejar otros voltajes de energía.

Los cielos se incendian; manteniendo la purificación de lo que debe trascender su actual índice de esterilidad.

La piedra se abre, mostrando el brote de un nuevo tiempo; pocos creían que ella respondería como semilla al agua de vida.

Algunos hombres demuestran ser más rígidos que la piedra; no pueden brotar. Deberán entonces volver a ser piedra para lograrlo.

Los que pudieron extender las alas de la consciencia se elevan a los cielos ardientes. Un pájaro púrpura cruza las llamas; reapareciendo de un color vida intenso, resplandeciente.

Aquellos que saben ver, se curvan ante la obra surgida del sol. Lenguas de fuego restañen sus heridas con Luz; invisible para los ciegos de espíritu que rugen desbocados; solo para quienes los abismos se abren.

Sueños. Vivirán en ellos -los que estén prontos- aquello que despiertos no podrían, dadas las condiciones de asincronismo entre los ciclos internos y la energía temporal que impera en la superficie del planeta. Serán bálsamos a los que la agonía de los niveles materiales no ingresará. Les será dado, por su intermedio, lo que ya no podrá entregárseles por otra vía. Deberán cada noche ir al encuentro de lo desconocido con apertura, introspección, humildad y gratitud. Abiertos a recibir las dádivas que el espíritu les reserve. Dispuestos a aceptar las precauciones que un manto de olvido, ocasional y piadoso, podrá ver necesario ofrecer; cuando los tesoros recibidos de los mundos internos deban ser preservados de toda asechanza.>

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